La Perinola

Como en un juego la vida da y quita. Pero la perinola es accionada por fuerzas absolutamente humanas. Pensar la realidad cotidiana es el objeto de estos apresurados apuntes críticos.

domingo, 31 de mayo de 2009

Filosofía de la corporeidad. El animal que calza (9)


El pie es invisible a pesar de que soporta el peso de la vida. Toda la vida se desplaza mediante la baja ontología del pie. La conquista y la derrota, la plenitud y la desgracia han sido alumbradas al amparo de su oscura prosapia. Extraño destino de solapamiento y exilio para el soporte de la historia. La genealogía de la espiritualidad no tiene pies. Sólo aliento espiritual y levedad le caben al Ser y al Hombre. El religioso y el general no miran el camino: la salvación y la gloria son sus patrias trascendentes. La historia de las heridas narra llagas en el torso o en el costado. El pie solo está lacerado como consecuencia de su fragilidad: la voluntad lo cubre con lienzos o cueros cuando sangra en los atroces recorridos del heroísmo.
Enojoso destino para el sostén de lo antropológico. Será menester la deconstrucción de la historia titánica, heroica, para que lo bajo alcance paridad ontológica con la alta carne. La salida del Gran Relato visibiliza el pie. El soldado y el labriego, el bailarín y la corista, la prostituta y la casta exhiben su humanidad desde el suelo mismo: el pie se emancipa anticipando la realización de liberaciones sólo discursivas hasta el presente.

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sábado, 30 de mayo de 2009

Filosofía de la corporeidad. El animal que calza (8)



Se eleva el pie con vocación de ala. Del peso originario de la tierra (sangre y carne) se escapa al aire. ¿Dimensión etérea e ideal del Humano o voluntarioso empeño de embellecer la inmanencia? No pertenecemos a un más allá espiritual gobernado por leyes trascendentes e inescrutables. Somos esta piel que desea alas para un goce más intenso, para una belleza que se descorporiza en otras encarnaciones de superación estética. Juega el cambrillón haciéndose flecha disparada al cielo y levanta la planta del pie en cómplice curvatura que vuelve deliciosa la figura total del cuerpo. Reliquia litúrgica al servicio de un endiosamiento profano, el taco aguja, comulga con el deseo y con la armonía en una tensa batalla emocional. La desnudez que admite su diseño lo torna complemento de la lascivia o de la elegancia urbana. Extraña tecnología del goce, suplemento de la piel y de los huesos que crea la delicadeza y el erotismo. Tecnología amistosa, protésica, fusionable, encarnable que acompaña la vocación libertaria del hedonismo y la vocación política del animal que, ama la tierra y el cielo, como elementos envolventes de su destino terrestre.

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miércoles, 20 de mayo de 2009

Filosofía de la corporeidad. El animal que calza (7)




Se endiosa el universo en los pies que se calzan el artefacto fáustico. Se ha metamorfoseado lo bajo por lo celestial. La planta del pie se aleja de la tierra encaramada en los dedos, que se han vuelto suaves botones de nardo. Trepa la pierna por las cintas de la sandalia en una fusión de carne y máquina. Se insinúa desde lo bajo la celeste inmanencia de la corporeidad. La divinidad humana, es decir, su minúscula pertenencia a la arcilla y a la hierba, se instala en el pie que pisa y vuela al mismo tiempo. El pie es ala también, porque desde su desnudez estética, se presiente la armonía total de la carne desnuda. La sencilla perfección del pie se engalana con la voluntad de construcción estética. Desde muy temprano, el animal humano –seguramente de manera inconsciente- vistió con encanto al pie. Tal vez, los pormenores de esa vocación de vestir al pie hayan estado ligado al escándalo de la desnudez y a la obscenidad que se insinuaba desde tan abajo. Pero en todos lo tiempos, una modulación de belleza calzó al pie. La paulatina, pero sostenida emancipación de las subjetividades respecto de una mojigatería que ingresa a la pendiente de su declinación, indujo a embellecer aún más las técnicas del calzado, hasta llegar a un presente donde la industria, de consuno con el arte del diseño, se abocan a acompañar el sueño de pájaro de los pies, emancipados ya de la condena a que los conminaba esa moral que anatemizaba la terrenalidad de lo humano –única dimensión ontológica de su pequeño y gozoso existir.

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martes, 12 de mayo de 2009

Filosofía de la corporeidad. El animal que calza. (6)





Lo bajo y lo sublime.
Conjunciones de soberbia platónica y apologética cristiana (entre otras tradiciones de devaluación corporal) se adunan para remitir la corporeidad humana al mundo de lo bajo. Y entre lo bajo lo más bajo: el pie. Un pie que se ha extirpado del imaginario idílico-sensual, ocupando puestos muy secundarios en la creación artística. Un pie que apenas juega en la erótica occidental. La sexualidad solo lo conoce como objeto parafílico, como objeto fetichista de una apetencia sexual desviada. Pero el pie también debe ser emancipado de la constricción de las políticas corporales que asocian órgano y función impiadosamente. Las nuevas políticas de la liberación antropológica deben erogenizar el territorio del pie del mismo modo en que se ha ganado para lo hedónico otros órganos prohibidos y execrados.
A continuación dos pequeñas variaciones líricas que incorporan la belleza del pie como motivo de inspiración estética.




1.
La sandalia bermeja
con su pretel de rosa
enlaza la delicia de tu pierna
vistiendo tus tobillos de guirnaldas.

Tus dedos, como maduras guindas
Estallan en un mundo de pasión
cual pétalos ligeros de rojas amapolas
cual ingrávidas mariposas de color.

2.
Te has puesto la sandalia de coral
Con su pulsera de sangre enamorada
Atesorando tu delicado empeine,
Enalteciendo las gemas de tus tobillos.

Tus dedos como uvas maduras
Elevan hacia el mundo su hermosura
Cual ambarinas piedras preciosas
Cual juguetonas abejas embriagadas.

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sábado, 9 de mayo de 2009

Filosofía de la corporeidad: el animal que calza.(5)


El pie descalzo de los desposeídos desbarata toda arquitectura de la sensualidad. La piel humillada del mendigo denuncia, en su encallecimiento, la limitación social y política de las ciencias y las tecnologías. La dureza del pie simula las variantes que la evolución natural ensayó en los pies animales y abofetea la soberbia del que viste al pudiente para evitar que su piel entre en contacto con los fríos y hostiles elementos que la tierra esconde.
No hay erótica del cuerpo que soporte esta limitación imperdonable de la ética y la política humanas. Destruye la miseria la sutileza de la moda que juega con la belleza de la descalces y banaliza los emprendimientos tecnológicos y comerciales que se conforman alrededor de esa desnudez que debe ser vestida.
Las promesas erótico-sensuales solo tienen sentido ético cuando previamente hemos demolido la pobreza que mutila lo antropológico. El pie endurecido del excluido social es el recuerdo apremiante de la escandalosa injusticia que divide al mundo en dos partes absoluta e inconmensurablemente asimétricas: una enorme población de oprimidos y una minúscula fracción de seres tan ricos que pueden jugar a andar descalzos por habitaciones repletas de cojines de seda.

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