Antropología de la corporeidad. El animal que calza (13)
Antropología de la corporeidad.
El cuerpo agota y cierra mi ontología, siendo que es, sin embargo, el pasaje hacia el otro. El pie es el agujero de ese cierre, su fuga. Y esa costura de mi cerrazón se potencia con el calzado como vía de una reunión con el otro, que mira mi pie calzado, que está atento a la dirección del mismo, que de reojos constata su intención de acercamiento o huída. Parece el calzado, pues, un principio ético y político de religamiento. Me dejo mirar por el otro y engalano el pie, dando lugar a una estética singular: el cubrimiento de lo que construyó la cultura occidental como lo menos humano de la corporeidad.
El cuerpo tiene límites espaciales: siendo el arriba y el abajo dos ubicaciones esenciales. El pie me aferra hacia abajo y su hundimiento en la tierra lo alejó del acontecimiento digno e historiable. En ese sentido el pie descalzo acorta mi estatura antropológica. Pero el zapato puede ponerle alas a los pies. Las alas del taco, las alas de la puntilla, las alas de las cintas, aferradas a la pierna, buscan el cielo, me alargan, me separan de la pata, de la garra, del casco. Principio antropológico de nuestra animalidad artificial: el zapato se hace vehículo del deseo de belleza y erotismo, desanimalizándonos
El cuerpo agota y cierra mi ontología, siendo que es, sin embargo, el pasaje hacia el otro. El pie es el agujero de ese cierre, su fuga. Y esa costura de mi cerrazón se potencia con el calzado como vía de una reunión con el otro, que mira mi pie calzado, que está atento a la dirección del mismo, que de reojos constata su intención de acercamiento o huída. Parece el calzado, pues, un principio ético y político de religamiento. Me dejo mirar por el otro y engalano el pie, dando lugar a una estética singular: el cubrimiento de lo que construyó la cultura occidental como lo menos humano de la corporeidad.
El cuerpo tiene límites espaciales: siendo el arriba y el abajo dos ubicaciones esenciales. El pie me aferra hacia abajo y su hundimiento en la tierra lo alejó del acontecimiento digno e historiable. En ese sentido el pie descalzo acorta mi estatura antropológica. Pero el zapato puede ponerle alas a los pies. Las alas del taco, las alas de la puntilla, las alas de las cintas, aferradas a la pierna, buscan el cielo, me alargan, me separan de la pata, de la garra, del casco. Principio antropológico de nuestra animalidad artificial: el zapato se hace vehículo del deseo de belleza y erotismo, desanimalizándonos