La Perinola

Como en un juego la vida da y quita. Pero la perinola es accionada por fuerzas absolutamente humanas. Pensar la realidad cotidiana es el objeto de estos apresurados apuntes críticos.

martes, 23 de diciembre de 2014

DESEO Y REVOLUCIÓN.



El capitalismo dosifica el tamaño del deseo. No afirmo que el deseo es un absoluto trascendente, pero si enfatizo que la dimensión del deseo sufre la peor de las inducciones mutilantes: la económica-social-cultural. El volumen del deseo se halla en relación directa con los medios materiales y simbólicos con que contamos. Por cierto que las formaciones económicas pre-capitalistas también determinaban desigualdades en la corpulencia del deseo, pero es con el capitalismo y la forma mercancía que el deseo es cooptado por la maquinaría de la producción para la ganancia y se convierte, en su desigualdad, un factor central en la conformación del fetichismo de la mercancía.
El proletario adecua el espesor de sus deseos a las migajas de su salario. La sociedad con sus institutos del suplicio hace circular el conformismo, es decir una actitud anímica de resignación y sacrificio sostenida por vehículos ideológicos que instauran la burla, la mentira y el fraude como componentes normales de la convivencia social: lo fraudulento social dice en diversos códigos que algún día el tamaño de nuestro deseo se incrementará en la medida que se persista en la decencia ciudadana, en la obediencia legal y en la fe trascendente.
Por todo ello es que hablo de la revolución del deseo, esto es una sublevación general que emancipe -aún antes de que se hayan concretado los pasos empíricos en pos de la supresión del falaz espectáculo capitalista- al deseo de todas sus trabas ontológicas para que se convierta en la verdadera medida de lo antropológico. Se trata de desear desmesuradamente, sin cortapisas, sin morales y sin límites legales. El deseo es la medida de la humanidad emancipada.  

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