Desacrificializar la vida.
Los poderosos urdieron la trama
siniestra del sacrificio para someter a todos los vulnerables. Religiones y
filosofías fungieron como garantes trascendentes de las situaciones que causan
dolor. Se naturalizó el dolor como peaje
hacia un incierto bienestar pospuesto hacia un futuro cada vez más móvil e
inalcanzable.
Por eso se trata de
perfomativizar teorías desacrificializadoras, decirlas y actuarlas. Atreverse a
invertir el dibujo de los cielos y poner en el ahora el ingreso a la vida
digna. Desautorizar a todo lo que está autorizado hasta la sacralización.
Viejos apotegmas (Ni Dios ni amo), execrados por las inquisiciones monárquicas,
burguesas y religiosas tienen que ser recuperados pero ya no sólo como
discursos sino como concreciones. El poder de la vida tiene que pasar al
pueblo. Hay que conquistar las puertas del infierno, hay que reírse a
carcajadas sostenidos por morales de burdel.
La vida no es el sacrificio de
recomenzar en la pobreza después de un golpe que te ha dejado aún más pobre. La
vida ha de ser la fiesta de reapropiarnos de todo lo que nos fue expropiado
tras siglos de tiranías celestiales y vicariatos terrenales. Por el goce, por
la dignidad, por la risa: carnavalizar la existencia y hacer que cada día sea
una ocasión propicia para disfrazarnos de los que más placer nos cause.
Etiquetas: carnaval., moral del sacrificio, morales de burdel, revolución