La ética y el punto G
La ética está lejos del cuerpo. El cuerpo es
una ínsula para robinsonear mientras el alma ocupa el centro de la metrópolis. A veces se ha dejado llegar al corpus
laborantis. Después de todo no hay espectáculo angélico sin el trabajo de quienes
construyen el escenario. ¡La virtud se
apoderó del trabajo con Adam Smith y con Karl Marx! Y hubo incienso bendiciendo la parte alada
del trabajo. Laborem exercens . Pero el cuerpo sexual está más allá. Cerca del
infierno. Plus Ultra. No hay ética en el cuerpo del sexo: sus descubrimientos
son sucios. Objeto repugnante de relatos de truhanes, relatos prohibidos,
profanos, satánicos. ¡Sade, Anais Nin, Bukowsky: albaceas de la perdición
humana! ¿Cuánto tiempo necesitó la
especie humana para descubrir los lugares más exactos para infligir dolor o
gestionar la peor muerte? Hay registros prehistóricos de inusitada crueldad.
Pero solo en los años 60 del siglo XX
descubrieron el Punto G femenino…el punto donde el placer es más intenso y
donde la vida alcanza la desmesura del infinito en un instante…¡qué intima
exploración! ¡qué amor más intenso y suave acompaña esa exploración de las
explosiones eróticas! ¡Cuánta moral
tenemos que postular detrás de la entrega más profunda!
En los antros profanos de la gazmoñería clerical,
un profesor me dijo: ¡que humillante es el examen de próstata! Su machismo heteroxesual le conminaba a expresarse de ese modo. No
tenía la menor idea de que el proctólogo estaba muy próximo, en su sucio
examen, del placer más intenso jamás sentido. Es que para el profesor impoluto,
etéreo, ejemplar, la ética estaba en otra parte. Nunca podía haber entrado en
su cabeza que, otras formas lícitas y festivas de la ética, pueden desplazarse
por la punta lasciva de los dedos.
Etiquetas: Erótica del cuerpo, punto G, trabajo.
3 comentarios:
A las 1 de diciembre de 2010, 18:04 , franco ha dicho...
En esos gestos las éticas celestes dejan en claro que no comprenden que detrás de prevenir un cáncer, por ejemplo, puede estar la intención de seguir gozando de los placeres habidos y por haber. ¡Santo problema! ¡La biblia no puede leerse con el proctólogo trabajando porque ese constante arrodillarse y postrarse obstaculiza el trabajo del profesional! Ante una posibilidad técnica que prolongue el tiempo gozable de vida se prefiere el milagro, o mejor aún, el sufrimiento de una enfermedad avanzando, para purgar aquella culpa decrépita, cometida más que con la boca deseando un fruto metafórico, con la pluma que todavía hoy pide llamarse revelación. Gente de mierda.
En alguna perdida clase habíamos charlado de Esther Díaz... hace una o dos semanas encontré de pedo en una librería que estaba en liquidación "El himen como obstáculo epistemológico" de ella... una joyita!
Saludos!
A las 22 de febrero de 2011, 15:06 , Justine. ha dicho...
¿Infortunio o virtud?
Ah! caótico placer aquel que se lee sin cruz.
Los hombres suelen ser como hijos cuando se meten el útero y te acarician la piel.En ese caso, les crecen alas y aprenden a volar.
Mas cual es su placer, cuando tus manos féminas hurgan babosas su vientre. No les alcanza el Hades para ser.
A las 22 de febrero de 2011, 15:13 , justine ha dicho...
Erratas.
Quise decir: Cuando se meten "en el" útero.
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