La Perinola

Como en un juego la vida da y quita. Pero la perinola es accionada por fuerzas absolutamente humanas. Pensar la realidad cotidiana es el objeto de estos apresurados apuntes críticos.

lunes, 5 de enero de 2015


NI SACRIFICIO NI DOLOR. LA REVOLUCIÓN AHORA.
En nombre del progresismo político y moral se advierten muchas imposturas. Grandes teorías de constituyen el amparo de concepciones abstractas sin el más mínimo contacto con la realidad del obrar humano. La suposición de escenarios superadores en estadios históricos futuros satisface a los teóricos en sus filántropos vuelos conceptuales. Sus conciencias se tranquilizan en las gratuitas utopías. “Llegará el día en que….” conforma infinitas posibilidades de mundos mejores que nos gratifican con su bella arquitectura amorosa. Pero el problema es el hoy que en sus múltiples conjugaciones demarca un mundo lleno de decisiones ontológicas difíciles de erradicar empíricamente. Quizás sea tiempo de congraciarnos con  lo que es y trabajar sobre su palpitante consistencia. Congraciarnos no supone la aceptación definitiva de la realidad, sino que alude a la convivencia activa con la realidad tal cual ella es. No se me escapa que “la realidad tal cual ella es” es un constructo histórico, socio-cultural, que lleva las densas marcas del poder hegemónico. Pero ello no debe hacernos olvidar que nuestra inserción revolucionaria en la realidad debe hacerse en  “la realidad tal cual ella es”, porque las chances de operar sobre ella transformadoramente se acrecientan. La adhesión a “la realidad tal cual ella es”, sea que se ha obtenido por la inducción perversa de una élite perversa o que se ha consolidado por la aquiescencia científica proporcionada por la educación, es un dato poderoso que debe ser tenido en cuenta. Queremos revolucionar el mundo conservando gran parte de lo conquistado por los sectores más poderosos. No se trata de regresar al pasado ni de recalar en una suerte de pobreza exculpatoria o salvífica.

Habrá tiempo para explorar en la empiricidad y desechar aquello que no conduce a nada. Pero mientras tanto quiero una revolución que involucre mi existencia actual. El discurso de la ética que prescribe la dilación del goce y la promesa del mismo para las generaciones por venir es absolutamente reaccionario: es orgánico a los poderosos y conspira contra la voluntad revolucionario al conminarnos al sacrificio. NI sacrificio ni dolor, la vida debe ser gozada ahora y aquí por todos y cada uno de los individuos que conforman la especie humana.

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