La Perinola

Como en un juego la vida da y quita. Pero la perinola es accionada por fuerzas absolutamente humanas. Pensar la realidad cotidiana es el objeto de estos apresurados apuntes críticos.

miércoles, 15 de abril de 2009

Antropología y corporeidad. La norma como suspensión erótica


El recato es la huella del miedo animal en nuestras conciencias despabiladas. Un llamado de atención que se hunde en la paradójica densidad de la insubstancialidad metafísica. La conminación a la decencia, entendida, como mesura existencial, como alistamiento en las huestes de la sublimidad incorpórea. Cuando decimos que la especificidad de nuestra animalidad es la paradójica salida de lo meramente zoológico y la concomitante inmersión en el goce de lo antropológico, no queremos lanzar el panegírico a una racionalidad desanimalizada sino reivindicar una racionalidad sensible, sensual, sensorial, materialista. Una racionalidad que se adhiere a la dulce empiricidad de los cuerpos. Dejar atrás la desnudez animal del animal que viste supone la conquista de formas dignificantes de vida: sólo es erótica la desnudez del animal que viste. Desnudarse, recuperar la frontera sensual de la piel es romper con la norma que, como verdaderas armaduras, cubren nuestro cuerpo angelizándonos. La norma suspende la alegría atándonos al cuidado frente al castigo. El miedo a la desnudez que deviene de la circunspección moral nos sonsaca de lo que visceralmente somos: un animal que viste y se desnuda para festejar la dignificación de una vida volcada en los hedónicos moldes de una existencia política.
Hemos de volver para elucidar los profundos vínculos existentes entre el erotismo y la política emancipatoria.

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