Antropología de la corporeidad: el animal que calza (22)
La repulsa del pie debe pensarse en concomitancia con
ciertas dialécticas, entre las cuales la moral, no es la de menor impacto.
Duele la desnudez del pie al puritano, que mistifica la repulsa conjeturando
inmundicias que constituyen la esencia del pie. Pero el gazmoño disimula mejor
su cortedad de miras cuando apela a la denuncia de lo más “sucio” de lo humano,
porque, finalmente, depreciar el pie es una conducta que puede corroborarse en
cualquier ambiente y ante cualquier público. Por cierto, que lo pudibundo se
identifica más radicalmente con otras partes prohibidas de la corporeidad. El
pie no es la prohibición absoluta, es solamente la punta de un iceberg corporal
impugnable. Del pie, finalmente, puedo hablar, aunque solo sea para remarcar su
fealdad, su hedor, su impureza.
Diálectica entre lo bueno de lo oculto y la obscenidad
malífica de lo exhibido. Dialéctica de la verdad mentida y de la mentira
verdadera, porque la repulsa del pie esconde ominosamente la repulsa de la
corporeidad en su totalidad. Fealdad moral del que descalifica ocultando, del
que desdeña desde su pequeñez antropológica.
Esta dialéctica entabla una binariedad que es necesario
suprimir o superar. El pie es una parte inescindible de la belleza corporal y
su redescubrimiento tiene que ver con
revertir el asco por el cuerpo acercándose a la superficie de contacto del
hombre y la otredad cósmica. Gran parte de la belleza del pie tiene que ver con
que el pie es la piel que se ama con la piel del mundo. El erotismo del mundo
sube a nuestro cuerpo por la
sensibilidad del pie desnudo.
Etiquetas: gazmoñeria, mistificación, pie descalzo.
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