La Perinola

Como en un juego la vida da y quita. Pero la perinola es accionada por fuerzas absolutamente humanas. Pensar la realidad cotidiana es el objeto de estos apresurados apuntes críticos.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Filosofía de la corporeidad. El animal que calza (7)




Se endiosa el universo en los pies que se calzan el artefacto fáustico. Se ha metamorfoseado lo bajo por lo celestial. La planta del pie se aleja de la tierra encaramada en los dedos, que se han vuelto suaves botones de nardo. Trepa la pierna por las cintas de la sandalia en una fusión de carne y máquina. Se insinúa desde lo bajo la celeste inmanencia de la corporeidad. La divinidad humana, es decir, su minúscula pertenencia a la arcilla y a la hierba, se instala en el pie que pisa y vuela al mismo tiempo. El pie es ala también, porque desde su desnudez estética, se presiente la armonía total de la carne desnuda. La sencilla perfección del pie se engalana con la voluntad de construcción estética. Desde muy temprano, el animal humano –seguramente de manera inconsciente- vistió con encanto al pie. Tal vez, los pormenores de esa vocación de vestir al pie hayan estado ligado al escándalo de la desnudez y a la obscenidad que se insinuaba desde tan abajo. Pero en todos lo tiempos, una modulación de belleza calzó al pie. La paulatina, pero sostenida emancipación de las subjetividades respecto de una mojigatería que ingresa a la pendiente de su declinación, indujo a embellecer aún más las técnicas del calzado, hasta llegar a un presente donde la industria, de consuno con el arte del diseño, se abocan a acompañar el sueño de pájaro de los pies, emancipados ya de la condena a que los conminaba esa moral que anatemizaba la terrenalidad de lo humano –única dimensión ontológica de su pequeño y gozoso existir.

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