Caos y camaradería
amorosa.
La lógica del
patriarcado se piensa a sí misma instalada en el orden, la normalidad y lo
natural. Finge ignorar las tensiones no monogámicas y las que vulneran la heterosexualidad.
La mentira está a la base de ese régimen de las pasiones. El orden es una
imposición violenta que decapita lo que no ha sido tutoreado por la ortopedia.
La normalidad es un capricho de los poderosos y la naturaleza es un constructo
inhumano que desconoce a lo humano que es pura artificialidad. La monogamia de
transgrede en el trabajo y en el burdel y la heterosexualidad constriñe al
deseo que carece de disquisiciones de sexo y género.

El caos, es decir la
libertad y el invento sostienen a la camaradería amorosa, que supone la
superación de la hipocresía y la mentira. La anarquía amorosa potencia la
capacidad de amor. La camaradería amorosa es poliamorosa, es decir que no
centra en la apropiación privada de un único destinatario de mi capacidad
amorosa, ni escoge ser sexual en lo heterogéneo. El caos, la mezcla, lo
informe, la libertad demandan la denuncia de la pareja amorosa tradicional por
ver en ella un intento frustrado de concebir lo amoroso: el monógamo evade,
incluso con el pensamiento, el ordenamiento normal de la pareja única y
definitiva. Curiosamente, las estadísticas, es decir las matemáticas están de
acuerdo con el caos en las cuestiones amorosas: la naturalidad de la monogamia
está desdecida por doquier. Conquistar la verdad es la tarea de lo caótico,
porque lo caótico es siempre posibilidad de revisión, de cambio, de
metamorfosis.