La Perinola

Como en un juego la vida da y quita. Pero la perinola es accionada por fuerzas absolutamente humanas. Pensar la realidad cotidiana es el objeto de estos apresurados apuntes críticos.

viernes, 10 de enero de 2014

EL TACÓN ALTO NO ES UN SIMPLE VALOR DE USO......



¿Un adminículo como el zapato de tacones altos, que no tiene otro objeto que el exaltar el empeine y la curvatura del arco del pie, dentro de qué categoría de valores debe ser incluido? Ese zapato, es, estrictamente un no zapato, es un multiplicador erótico, estético y sexual. El zapato es por antonomasia aquello que cubre, que protege, que proporciona comodidad. Evaluada esta definición, el tacón alto, el no zapato no parece en absoluto un simple valor de uso, sino que parece más bien estar destinado a los intercambios eróticos, como si se tratara de una suerte de moneda con la cual se procura obtener el más preciado de los valores de uso: el disfrute erótico. 

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miércoles, 8 de enero de 2014

EL ANIMAL QUE CALZA...UN LIBRO DONDE EL EROTISMO ES POLÍTICO.

Prólogo.

El libro que tiene entre sus manos es una audaz, aunque incompleta, colección de reflexiones en torno al erotismo y la sexualidad, cuyo punto de partida es una analítica, entre poética y filosófica, del pie y del calzado. La incompletitud de estos apuntes es, por lo menos, doble: a) porque carecen de la pretensión de relevar la totalidad de la temática (por ejemplo, sólo he pensado en el pie y en el calzado femeninos) y b) porque en ningún momento apela a un lenguaje de afirmaciones definitivas o concluyentes. Todo está dicho con énfasis y pasión, pero intentando que cada aseveración se convierta en una convocatoria a la discusión, a la crítica y -por qué no- a la refutación o al asentimiento. Quizás también pueda hablar de una incompletitud formal o metodológica, porque el libro está muy lejos de comportarse como un tratado sistemático, erudito y académico, sino que está concebido como una bitácora donde he registrado los pulsos de entusiasmo que me llevaron a escribir sin que existiera un plan de trabajo previo, preexistente. En ese sentido, defino a mi escritura como anárquica, porque no reconozco axiomas o principios a los que les deba una subordinación teórica absoluta y, por lo tanto, en el devenir narrativo de sus páginas, es posible hallar repeticiones, colisiones y temblores conceptuales. No deberían verse las redundancias en que incurre el texto como estafas autorales sino más bien como balbuceos adolescentes que no cuajan nunca en una palabra categórica e inmodificable.
A la ambigüedad temática abordada, que puede suscitar un escéptico desdén por quienes continúan acatando las pesquisas de la policía académica encargada de preservar la dignidad epistémica de los objetos de estudio, debe añadirse la ambigüedad metodológica en que está escrito esté anómalo texto, pues resulta difícil definir en qué género de la escritura se deben inscribir estas heterodoxas reflexiones. Por defecto profesional, esta colección de pequeños ensayos acusan residuos filosóficos en su costura expositiva y léxica, pero lejos de lo rigurosidad que impone la conceptualización filosófica, he dejado, intencionadamente, que las ideas se deformen hedónicamente en cauces poéticos, literarios y ensayísticos. Por momentos, el libro procura expresarse en un lenguaje directo y claro, pero tales propósitos son abruptamente abandonados cuando siento el peligro de incurrir en vulgaridades inaceptables. También creo imprescindible declarar que, a todas las discontinuidades epistemológicas y formales que el texto encarna, habría que añadir mi voluntad de no renunciar un ápice al carácter político de mi escritura, y, en tal sentido, los sucesivos parágrafos revelan una posición política y un compromiso explícito con objetivos revolucionarios que tengan por objeto favorecer y apuntalar la consecución inmediata del goce hedónico, única dimensión humana con la cual –a mi entender- puede ser medido el éxito o el fracaso de las acciones políticas que declaran como su objetivo la transformación radical de la realidad social. Soy consciente que hacer radicar el objetivo del obrar político en una conquista hedónica no ha sido un finalismo recurrente en la teoría y la acción revolucionarias políticas, porque la austeridad iluminista ha descuidado obstinadamente esta privilegiada dimensión de lo antropológico. Antes bien, el progresismo político parece haberse encarnizado con resultados emancipatorios recatados, minúsculos, ascéticamente republicanos.
El principio del que parto para definir al hedonismo político es mínimo e intuitivo: si una propuesta política no es capaz de hacer felices a las multitudes de sujetos individuales, entonces, esa forma de la política es una mera declaración discursiva que sólo tiene como verdadero objetivo la instrumentación de estrategias y acciones políticas que justifican y consolidan apropiación y acumulación sectaria de poder y verdad en manos de un segmento minoritario (aunque poderoso) de la sociedad. Y aunque no sea asunto de estos apuntes explicitar una teoría de la revolución, considero imprescindible aludir a diversos modos de reapropiación colectiva de esa riqueza material y simbólica que constituye la fenomenología óntica que determina y envuelve la cotidianidad existencial humana. En tal sentido, este libro mostrará que el erotismo constituye una de las dimensiones antropológicas portadoras de intensas gratificaciones, que debe, necesariamente remitirse al conjunto de prácticas y saberes que deben ser expropiadas, apropiadas y reformuladas por las multitudes en su proceso de liberación singularizante.
Soy consciente de que el libro es el fruto de un cúmulo de ideas que dan vueltas por el mundo contemporáneo (no hay forma de escritura que no sea una trasposición del tiempo y el lugar en que se produce) y si llegare a existir una ínfima dosis de originalidad, creo que la misma reside en el acercamiento a la formulación de lo que llamo una moral inmoral: nada de lo que considero verdadero para mí, supone censura al modo en que conciben la verdad los otros, siempre que esas verdades no impliquen la clausura de todo diálogo y no sean portadoras de la supresión fanática del que piensa distinto.[1] Traducido tal principio al más acotado universo del erotismo que me ocupa en este libro, las referencias a las prácticas más duras de lo que podría conceptualizarse, críticamente, como fetichismo de los pies, son escasas a lo largo del libro, simplemente porque no se trata de una cuestión que considere relevante en mis preocupaciones, y de ningún modo habría de inferirse de ello que yo sostenga severos cuestionamientos a prácticas liberadoras y enriquecedoras que tienen por objeto discutir la naturalidad adjudica a la sexualidad paradigmática: la reproductiva heterosexual. Esta es la inmoralidad de la moral aquí defendida: el acercamiento al pie y al calzado proviene de una compleja red de arterias de significación hedónica. El tono de mi libro está inscripto en un melodioso elogio de la belleza del pie, encomio que acepta un universo de posibilidades podológicas, pero que también, se encuentra muy lejos de disculpar una casuística de hechos aberrantes que pueda derivar en cualquier tipo de acto –premeditado o no- de violencia contra la libertad, deseo, integridad y vida del otro.
Es un libro que puede comenzar a leerse en cualquier página porque no se trata de un desarrollo orgánico y sistemático en donde la línea diacrónica del pensamiento marca procesos, estadios, evoluciones. Al tratarse de un libro que yo inscribo en una epistemología de la vida cotidiana, el lector habrá de hallarse con la espontaneidad de lo vital y si hay una cierta crispación conceptual por momentos, yo apuesto a que los mismos serán sorteados por el retorno a un lenguaje corriente, ligeramente embellecido por una estética de la erótica, a la que no podemos renunciar para no arriesgarnos a perder aquellos rasgos que proporcionan la especificidad del animal humano. Sin violentar esto que acabo de referir he añadido un índice que puede servir, en el caso que algún tópico entusiasme particularmente, para volver al mismo con facilidad.
Quiero expresar mi agradecimiento a María Cristina Boiero que ha tenido la amorosa deferencia de leer con detenimiento el original para devolverme sus apreciaciones y correcciones estilísticas. Asimismo, quiero reconocer los aportes y el estímulo que mi esposa, Sonia Domowicz (seguramente desde la parcialidad que mana del amor), me ha brindado durante años en las conversaciones recurrentes que sobre el tema hemos mantenido.







[1] La radicalidad del respeto por las diferencias parece anular mi principio moral. Y en efecto la moralidad de lo inmoral sería un absurdo en sus términos, un contrasentido, si no encontráramos un límite irrebasable: el respeto de la vida del otro configura una norma práctica que decide la pertenencia a la ciudadanía moral. La adjetividad de la inmoralidad a la que aludo refiere a la pluralidad de bienes y fines que puede perseguir una moral sin incurrir en la transgresión del principio de la irrebasabilidad de la otredad. 


viernes, 3 de enero de 2014

Está a la venta ELANIMAL QUE CALZA. EROTISMO DEL PIE Y DEL CALZADO...HASTA SU PRESENTACIÓN OFICIAL ESTA EN VENTA EN GENERAL PAZ 783, LOCAL 45, JOYAS LIKAN MAPU..RÍO CUARTO......
proximamente en las librerías.....

 

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