La Perinola

Como en un juego la vida da y quita. Pero la perinola es accionada por fuerzas absolutamente humanas. Pensar la realidad cotidiana es el objeto de estos apresurados apuntes críticos.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Pedofilia: ontología y norma. La habilitación legal de las relaciones pedófilas.


Lo que es aberrante lo es ontológicamente. No hay atenuante para su existencia, para su alumbramiento, para su comisión. No hay idiosincrasia, costumbre ni hábito cultural que habilite anomalías tales como la violación infantil. ¿Desde qué valor justifico el goce aislado y perverso del que se apropia de una voluntad y un cuerpo inocente? Es que no hay posibilidad para el íntegro goce erótico sin la existencia del consentimiento deliberado y persistente, de quienes se lanzan a su búsqueda, de quienes desean su consumación y su prolongación. Esto es ontológico. Alcanza una universalidad que ninguna deconstrucción es capaz de menoscabar.
Ahora bien, es necesario establecer algunos límites de cronología evolutiva y psicológica para poder decidir cuándo estamos ante casos de abuso sexual de menores. Proveer de alguna mínima evidencia empírica al argumento es lo que nos permitirá dar un cierre fáctico a lo que aseveramos teóricamente: casuística que sostenga la imposibilidad de exculpar o justificar a quien abusa sexualmente de un niño. Más allá de lo controversial que es la definición de la niñez, parece haber un consenso generalizado, cultural e históricamente, que un ser humano es menor-niño, hasta una edad próxima a los 18 años, tal cual lo establece la Convención sobre los Derechos del Niño ratificada por la Asamblea General de las Naciones Unidas. El Código Civil argentino en su artículo 126 define como menores a quienes no han cumplido aún 21 años y menores impúberes (artículo 127 del mismo Código) a quienes son menores de 14 años.
Estoy tentado a pontificar sobre el asunto: creo que no existe lugar para la controversia en esta definición genérica, y, menos aún, en la especificidad que implica la sexualidad humana. El sentido común y cierto sentido moral natural, nos conmina a considerar aberrantes las vejaciones sexuales que pesan sobre un niño.
Pero los problemas aparecen cuando la palabra media entre la realidad y los hechos. Entonces, parece ser que lo ontológico trastabilla: un nuevo ser es impuesto por el logos. Los discursos económicos, harán caso omiso a la determinación ontológica -que estaría señalando otro modo de la aberración: la explotación del trabajo infantil. Tambien el logos jurídico, la norma legal se inmiscuye para suspender las leyes de la ontología. En lo que respecta a la minoridad y su capacidad núbil, en el caso de la legislación Argentina, tenemos que la ley 23515, impide el casamiento a las mujeres que tengan menos de 16 años y a los varones de menos de 18. Pero a habría que añadir que se prevé una dispensa jurídica para que el matrimonio se concrete a edades inferiores a las mencionadas, existiendo el consentimiento de los padres o una decisión sumaria del juez (para el caso de que los padres se negaren). Supongamos, por lo tanto que, legalmente, puede casarse una niña de 13 o un niño de 15. ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué salto monstruoso o prodigioso ha metamorfoseado la realidad? ¿Cómo puede ser que el abuso, el ultraje, el sometimiento, etc., etc. se modifiquen por la intervención ontológica de una norma? ¿Cómo deja de ser una aberración la penetración de una niña de 13 consumada por un esposo de cualquier edad, si es que media el consentimiento de los padres o la dispensa judicial, si teníamos por determinación ontológica que abusar de un menor es una aberración?
Algo extraño sucede en esas normas que estipulan la normalidad de la convivencia social. Por lo menos de algo estoy seguro, ¡estamos rodeados de pedófilos! Por doquier es posible constatar la existencia de matrimonios entre menores -o entre menores y mayores de edad. Hasta los padres de la patria han sido pedófilos… Habría que revisar sus biografías. Y de constatarse la suspensión legal de la ontología estaríamos ante una terrible perplejidad, ante una antinomia desestructurante. ¡O la pedofilia es constitutiva del ser nacional o habrá que intervenir quirúrgicamente la ontología para determinar seriamente cuándo estamos universalmente exentos de la acusación de pedófilos!

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