La Perinola

Como en un juego la vida da y quita. Pero la perinola es accionada por fuerzas absolutamente humanas. Pensar la realidad cotidiana es el objeto de estos apresurados apuntes críticos.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Antropología de la corporeidad: el animal que calza (30)




Heurística de la prostitución.
La construcción del objeto del deseo está abierta a la ingeniosa sensualidad de la libertad. Muchos siglos de prohibición y mutilación erótica determinaron la hegemonía procreadora de los órganos sexuales. La sexualidad quedó secuestrada en la reproducción, normalizando el coitus naturalis. La penetración del pene en la vagina es la forma medicalizada de la procreación. Podríamos perfectamente ubicar a esta anatomía y fisiología de la reproducción en capítulos asexuados de la ciencia médico-biológica, sin mencionar la palabra sexualidad (pasada por los alcoholes asépticos de la función natural de continuidad de la especie). Otras utilizaciones de los órganos reproductivos se halla absolutamente vedado por el Index prohibitorum donde se califican las bestialidades y aberraciones anti naturales, contra naturam. El sexo oral, anal, homosexual, se hallan demonizados y prometen el infierno a quienes incurren en su pecaminosa práctica.
Es una sucinta cronología del mapa de las aberraciones trazados por el poder pastoral. El arraigo, la encarnación de estas interdicciones se convirtieron en verdaderos tabúes. La normalización de la sexualidad volvió monótona y aburrida su práctica. Por suerte, la hipocresía social siempre toleró algunas desviaciones: el cuerpo sagrado de la prostituta guarda la memoria del pacato sexo monógamo y sus aburridos protocolos que prescribían-prohibían  posiciones, fervores, gemidos y expresiones soeces. La puta es el ángel rojo de la libertad. Por ello, todos los creadores (políticos, científicos, artísticos, etc.) han apelado a la heurística de la prostituta. El conquistador occidental de los siglos XV y XVI sucumbió ante la sabiduría sexual de otras etnias y culturas donde el sexo erótico formaba parte de la vida cotidiana como un ingrediente de goce y hedonismo.

 Atesora la prostituta enciclopedias de la piel, voluminosos tratados que nunca han sido escritos y que, sin embargo,  reproducen la sabiduría privada de quienes desnudan la pie y el alma en el camastro de las confidencias. Pitonisas del deseo, las hetairas huyen del destino reproductivo para ingresar a la compleja creación del placer. Mece la creación artística en sus pechos generosos y en la diagonal púbica. La ciencia formula sus hipótesis al amparo del eterno instante en que su dulce profesionalismo se escabulle del circuito bastardo de la ganancia capitalista.
Compañera insobornable de la angustia y los fracasos. Acoge el dolor y lo transmuta en risa. El aroma profano del tabaco y el whisky se recrea litúrgico y sagrado al pie de su desnudez de pecaminosa virgen. Su amor multiplicado en miríadas suaviza las heridas y reacomoda la subjetividad. Psicóloga de los humores venéreos, arquitecta de la carnalidad, abogada de las infidelidades, economista del gasto improductivo, poetisa del placer y de las redenciones. Calificaciones que no agotan su potencia erótica y sus modulaciones orgiásticas, su poderío heurístico, su humanidad duplicada.  

Etiquetas: , ,

jueves, 29 de diciembre de 2011

Antropología de la corporeidad: el animal que calza (29)



El taco aguja contra la impostura de la guerra.

Los años de la guerra impusieron un límite incondicional al desarrollo de la sensual creación del calzado femenino. El horror de la lucha por la hegemonía del poder económico mundial desactivó la “banalidad” de la moda. El calzado se volvió pesado, fuerte, tosco, repetido, aburrido. ¿Quién podía pensar en el calzado mientras en los frentes de lucha millones de humanos se inmolaban en pos de ¿qué? (estaba por caer en la grandilocuencia de abstracciones tales como patria, nación, civilización, libertad, historia, estirpe, etc.)? La incondicionalidad de la guerra, su monstruosa compulsión, su arrebato de la dignidad humana, constituían la prioridad absoluta. Todo se relegaba a la “dignidad” de su objetivo o finalidad. Pero en todos los órdenes de la vida latía saludable el rechazo a la barbarie: ¿quién podía dudar que el amor y la belleza no se rinden ante la violencia, el odio y la fealdad? La creación del taco aguja es la reacción contra el cepo inmovilizador de todo vuelo estético en el campo del calzado. Es la necesidad de elevarse del sangriento suelo, es la necesidad de tomar distancia respecto de la atrocidad y de la demencia.    ¡Elevarse, volar, entregarse al sueño sensual de la belleza! Soterrado en las trincheras, el sueño del taco aguja, implicaba una apuesta voluptuosa al sentido amoroso de la existencia.  El vuelo del pie no es el olvido cínico de una realidad ominosa cargada de sangre.  Es lanzarse a la pasarela hedónica rechazando fetiches enmascaradores de las ambiciones nacionales representadas por sus embaucadores líderes. Es el reencuentro lúdico con lo estético. Un ponerse a pensar la transformación de la realidad transformando aún el modo de embellecer nuestro apoyo en la realidad.   

Etiquetas: , , ,

martes, 20 de diciembre de 2011

Antropología de la corporeidad: el animal que calza (28)

Aregonda y la tentación en los corredores del cielo.


Aregonda lleva por los pasadizos secretos del cielo sus sandalias de romana y pagana inspiración.  Clotaire espía sus pasos. La sandalia de cuero blando cubre apenas sus piecitos extremadamente blancos y perfectos. Las tiras de cuero trepan por las pantorrillas como serpientes infernales coladas en el paraíso que se abría en Saint Denis. Entre el mullido piso de nubosos algodones, Aregonda exhibe la realeza de su sensualidad. Su  posición de reina la exculpa de calzar con la tentación sus pies. En el mullido piso de nubosos algodones, Aregonda cautiva una vez más a Clotario y a su corte. Más de un ángel está siendo tentado a desatar lentamente los tientos que trepan entrecruzados por sus piernas perfectas.

Etiquetas: , ,

sábado, 17 de diciembre de 2011

Antropología de la corporeidad: el animal que calza (27)

La rebelión erótica: multitudes desnudas.


Lo subjetivo, esto es, el criterio o el gusto personal, se halla socialmente construido. Tendemos a magnificar la singularidad de nuestras posiciones en virtud de cierta omnipotencia narcisista. Pero la subjetividad es una construcción socio-cultural, que denota más comunalidad que distinción.  Por cierto que no todas las ideas emergen a la superficie: algunas permanecen aherrojadas en las mazmorras el miedo y el pudor. Pero su carácter subterráneo no conlleva originalidad: también en lo oculto existe un tácito consenso, un consenso clandestino, un consenso inconfeso. No por ello habría que pensar en un esencialismo que conlleva acuerdos necesarios. Simplemente se trata de la comunicación de lo elidido, de lo prohibido, de lo sujeto a estigmatización. La invasión de la sandalia (chinela, ojota, etc.) supone una rebelión contra el mandato puritano. El calzado de entrecasa, es decir el calzado doméstico, sale a calle en multitudinarias manifestaciones de erotismo reprimido. Se exhiben los pies, los dedos, los talones: una subversión de desnudeces que se prolonga en la pierna descubierta. El uso de micro faldas o pantalones shorts instalan la desnudez que insinúa tan perfectamente la sandalia. ¿Obedece a una fuerza innata o una dislocación de las normas culturales?  Indudablemente se trata de una ruptura frente a la arcaica prohibición, contra la gazmoñería insulsa que hace de la desnudez una manifestación de lo diabólico.  Socialización del deseo, conciencia del erotismo, puesta en discurso de la voluptuosidad a través de la prepotencia del acto.
Se puede disentir profundamente de la interpretación aquí ensayada, pero no hay que olvidar lo que manifestaba  al principio de esta breve nota: hay consensos que giran en torno de lo prohibido, consenso en descubrirse y rechazar la pecaminosidad  de la piel desnuda. La coincidencia puede obedecer a un mandato de la moda, pero ello significa olvidar que la moda es uno de los posibles caminos de la ruptura revolucionaria. La moda puede ser un camino lascivo que aligera de culpas, que apuntala rebeldías sensuales.


Etiquetas: , ,

lunes, 5 de diciembre de 2011

Antropología de la corporeidad: el animal que calza (26)

Tecnología del deseo: la sandalía y la erogenidad.

La sandalia mientras menos intrusiva sea más desnuda la figura corporal. Todo un aprendizaje erótico se desplaza detrás de la mirada que se detiene en la superficie del deseo: la piel. Buscan los ojos donde emanciparse de las normas (aun cuando nunca lo hagamos explícito discursivamente) y atreverse a receptar  la incitación de la desnudez. Viaje iniciático por las delicias sensuales que componen los ojos en un ejercicio desmesurado y poético de la fantasía. El pie desnudo de la sandalia desnuda a la persona, la desviste con sutiles movimientos preñados de estética. La fascinación de miles de años por lo sandalia (y la contraparte, la impugnación severa por parte del poder moral de la censura mojigata) revelan la constancia de esta mirada construida culturalmente, pero tan fuertemente presente en las tecnologías del erotismo, que parece consustancial a lo humano. La erogenidad es una capacidad natural que tienen los cuerpos para alcanzar la excitación sexual, pero, fuera de los órganos genitales, esos puntos erógenos se edifican al amparo de las normas, las prohibiciones, las incitaciones y las transgresiones.   

Etiquetas: , ,

 

Poodwaddle.com