La Perinola

Como en un juego la vida da y quita. Pero la perinola es accionada por fuerzas absolutamente humanas. Pensar la realidad cotidiana es el objeto de estos apresurados apuntes críticos.

domingo, 13 de marzo de 2011

Sobre la forma inculta de decir el amor. La poesía y lo grosero.




No hay nada más difícil que vivir sin ti

sufriendo en la espera de verte llegar….
Viejo debate este que involucra lo culto y lo popular. Lo chabacano y lo sublime. Lo inteligente y lo simple. Las respuestas son disimiles, pero por regla general se puede decir que las derechas optan por lo restrictivo, por lo que incumbe a un grupo menor de personas capacitadas para entender el orden de lo estético. Contrariamente, pareciera que las izquierdas hacen hincapié en las creaciones populares, mayoritarias.
Pero se trata de reglas generales. En ciertos progresismos de clave popular, sin embargo, el exilio de la popular “grosero” da forma al acerbo cultural. La bailanta, la cumbia, el cuarteto o el reggaetón son cosas populares pero carentes de proyección estética. Son cosas de “negros” ajenos a la belleza. El acceso a la cultura pasa por un acercamiento a lo serio, a lo excelso, a lo complejo. La forma <sinfonía> es el paradigma de la música culta. Lo sinfónico popular implica la elaboración musical y la poesía depurada. Una parte de la poesía canónica es la poesía conceptual. Difícil, ardua, oscura, a veces. La forma <antropológica o autoral> sería el modelo cinematográfico: parsimonia de la imagen, lentitud del tiempo narrativo, profundidad silente de la imagen. Fuera de ello el cine es espectáculo de feria o de burdel.
Solo las masas <ignaras> pueden entonar las canciones populares. Por miles se juntan en festivales,  bailantas, clubes o teatros populares. Y allí, estremece ver los ojos cubiertos por la lágrima de un goce intenso y primordial; mientras se corea la canción:

No hay nada más difícil que vivir sin ti
sufriendo en la espera de verte llegar….
¿Qué función cumple el arte en la vida de las personas? Es difícil contestar a esta pregunta. No estamos acostumbrados a reflexionar acerca de lo artístico: estamos más acostumbrados a
sentir. Nos emociona una escena cinematográfica, nos hace reír la intervención burlesca del payaso. Nos sentimos parte de la historia que cuenta la canción. Es lícito preguntarse: ¿cómo ama el hombre culto? ¿hay maneras de decir las cosas del sentimiento privativas de los inteligentes? ¿es burdo, vulgar, bajo, extrañar y sufrir por el amor que se ha perdido? ¡Qué difícil es esto de ser una sola persona y, por lo tanto, ser incapaz de pensar y sentir como el otro que no soy! Qué difícil es pensar como hacen el amor los intelectuales.
La incertidumbre me obliga a plantearme, no sin cierta pavura existencial, si no me hallo dentro de la masa de los que se entusiasman con lo insustancial, con los que disfrutan del mensaje simple, comercial, barato. Tengo mucho miedo de ser un mersa, un grasa, un marginal. Los indicios de que me está aconteciendo tienen mucho que ver con ese ¿verso? 

No hay nada más difícil que vivir sin ti
sufriendo en la espera de verte llegar….
que me parece una de las formas más hermosas con que puede expresarse la  inconmensurable angustia que genera la añoranza del amor perdido…..

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viernes, 11 de marzo de 2011

Antropología de la corporeidad: el animal que calza (21)


El hedonismo subversivo de los pies.
La adoración de los pies esconde una poderosa herramienta de resistencia a la normatividad genitalizada. Los antiguos testimonios que se recogen en diversas culturas ponen de manifiesto que el deseo y la fantasía humanas siempre erigieron en fetiches (bastiones o puntos de resistencia), a partes no genitales del cuerpo humano. En efecto, la interdicción de exhibir públicamente los genitales es absolutamente comprensible dentro del orden de la “civilidad pudorosa” o del “decoro civilizatorio”, pero ello no implica la construcción discursiva de un objeto tabú o perverso que siempre ha de permanecer oculto. Apenas salidos de la visibilidad pública, los órganos genitales se buscan, aún cuando la norma del urbanismo moral concibiera como únicamente válida la fusión reproductiva. (De todos modos, la norma no es capaz de conjurar absolutamente los conatos de rebeldía erótica que encierra el deseo humano y los órganos genitales se rehabilitan en el uso lujurioso, independientemente de la procreación).
Pero con los pies, por ejemplo, no ocurre lo mismo. Las regulaciones que presidieron su  exhibición pública se ve acompañada de la construcción discursiva de un objeto, que será perverso en la intimidad en cuanto constituya objeto del deseo. Es por ello, que afirmo el carácter de punto de resistencia que implica la adoración de los pies frente a la compulsión a genitalizar el deseo sexual. Lógica de la productividad y la eficiencia sexual, versus lógica de la gratificación hedónica, la gratuidad erótica. El pie satisface expectativas lujuriosas sin recalar en la norma general de la genitalización, y en ese sentido supone una ampliación del goce humano, un momento que subvierte la lógica natural de la genitalidad productiva.

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